Preparar un método de introducción a la tornería y despertar un pequeño interés en aprender este oficio no ocurrió por casualidad. Me llevó un tiempo significativo comprender que el lenguaje torneril es difícil de asimilar y transformarlo en un programa llevó aún más tiempo. No estoy diciendo que crear un sistema de capacitación en tornería sea más complejo que otros oficios, pero debido a los mitos y prejuicios que lo han rodeado durante décadas, como la caricatura del típico maestro malhumorado (o la precariedad), lo alejan y lo aíslan de cierto encanto que disfrutan otros oficios tradicionales.
Las clases de tornería que imparto actualmente en mi taller constan de 4 etapas divididas en 2 clases: la primera clase, por ejemplo, es un compendio de ejercicios de corte que nos serán útiles en las próximas clases para crear objetos, relacionarlos con otras formas comunes y entender la producción.
El método de introducción implica transformar esas técnicas, nombres y características totalmente anglos, lo cual ha sido toda una travesía. También implica explicar, mediante un método personal, cómo aplicarlas correctamente. El objetivo es obtener objetos que ayuden a relacionar estas formas de tornear y que generen al menos curiosidad e interés. El fin es poder realizar, después de 8 horas de práctica, objetos complejos mediante varias pruebas, elementos que también tienen un valor utilitario.
La primera clase se centra estrictamente en:
– Reconocer máquinas y herramientas con ejemplos reales.
– Revisar las 3 herramientas que más se utilizan en el taller de Tornería.
– Realizar ejercicios de corte, explicando por qué y cuándo se utilizan.
– Finalmente, obtener objetos empleando estas herramientas y técnicas.
Y, por supuesto, hay mucha charla, no solo sobre tornería y madera, sino también sobre el día a día, lo que pensamos y cómo vivimos.
No es fácil empezar, pero una vez que te sumerges en esto, solo piensas en disfrutar.
Alejandro Pérez
Tornero en shakutaller








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